Un viso de esperanza para aquellos que sufren o sufrirán esa terrible enfermedad: un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard, dirigidos por Matthew Hemming, han creado una terapia genética con posibilidades de convertirse en un tratamiento efectivo contra dicha enfermedad.
El
Alzheimer (
+) se caracteriza en las primeras fases por una progresiva pérdida de la memoria y de otras facultades mentales superiores (cambios de conducta, perdida de habilidades, del habla, etc.), aunque se va agravando hasta llegar a afectar a funciones cerebrales primarias, como el control de los músculos, causando pérdida de movilidad e incontinencia. Su causa esta relacionada con la formación de placas de una proteína llamada beta-amiloide en el tejido neuronal.
Se sabe por unos
estudios de la Universidad de California que la enzima
neprilisina ataca los acúmulos de beta-amiloide y retrasa su formación, pero el método usado para introducir esa enzima en el cerebro se mostró peligroso: se utilizó una versión modificada del virus del SIDA, pero produjo la muerte de varias personas con las que se realizaban las pruebas, debido a inesperados efectos secundarios de usar un virus.
Ahora,
los estudios y experimentos llevados a cabo por Matthew Hemming y su equipo han conseguido, aunque, de momento, sólo en ratones, introducir con exito y sin efectos secundarios la enzima neprisilina en el cerebro con Alzheimer. El método consiste en modificar genéticamente células de la piel del individuo a tratar, con lo que no hay rechazo, de modo que produzca la enzima necesaria, e inyectar el cultivo de las células modificadas en el cerebro, en áreas afectadas por las placas de beta-amiloide, observándose la reducción de las mismas no sólo en el área de implantación sino también en zonas más alejadas.
El problema que ven el equipo que ha desarrollado la técnica para aplicarla al cerebro humano es el gran tamaño de éste, lo dificultoso de inyectar las células modificadas en áreas tan grandes, por el que se estudian métodos indirectos de realizar la implantación de las mismas para producir neprilisina, como, p.ej, inyectarlas en el fluido cerebro-espinal, o en la sangre en forma de capsulas que irían liberando la enzima.
Noticias esperanzadoras, ciertamente.
Fuente: NewScientist